La Libertad Avanza se está convirtiendo en eso que tanto detestaban sus votantes
- Luis Vilchez
- 28 jul 2024
- 4 Min. de lectura
La creciente transformación de La Libertad Avanza genera en muchos argentinos una sensación inquietante de déjà vu, recordando las prácticas que anteriormente se criticaban en el kirchnerismo. La situación no difiere mucho de la del año pasado. Los más viejos dicen que “de estas ya vi un montón”.

Volví a Argentina cuando se cumplían casi tres meses de Javier Milei en el poder. En España, donde viví durante varios meses, lo veían con cierta curiosidad al entonces candidato presidencial. Todos los medios españoles adeptos al gobierno de Pedro Sánchez lo etiquetaban al "Peluca" como un ultraderechista. En varias conversaciones con amigos, les decía que no me parecía que tuviera el mismo discurso que Santiago Abascal, el líder de Vox, el partido español de ultraderecha. Una vez en Argentina, se produjeron los dimes y diretes entre Javier Milei y Pedro Sánchez.
Hace poco más de un mes, la diputada nacional Carolina Píparo declaró que se alejaba de La Libertad Avanza porque consideraba que eran un “enjambre de violentos, ignorantes e intolerantes”. Si hacemos un recorrido por X, antes conocido como Twitter, hace un año esos adjetivos se atribuían a la actual oposición y al expartido gobernante: el peronismo.
¿Recuerdan que una de las críticas que se le hacían al anterior gobierno era el hecho de colocarle el nombre de Néstor Kirchner a calles, plazas, rutas, etcétera? Bueno, este gobierno decidió cambiar el nombre del Centro Cultural Kirchner por el de Palacio Libertad. Perdió una brillante oportunidad de nombrar la ex oficina del Correo Central de otra manera, una denominación que incluyera a todos los argentinos y no solo a un grupo que tiene preferencia por un partido político. “Centro Cultural Borges”, “Palacio del Correo” y “Centro Cultural René Favaloro” fueron algunas de las propuestas que circularon en las redes sociales. Una oportunidad perdida para dar un gesto de unión.
Otra de las grandes críticas que se le hacían al peronismo era el nepotismo. Las Fuerzas del Cielo también adolecen de ese terrible mal. El hermano de Manuel Adorni, el locuaz vocero presidencial, consiguió un trabajo como asesor en el Ministerio de Defensa con un nada despreciable sueldo de 4 millones de pesos. Si bien Francisco Adorni, el hermano del funcionario, trabajaba en el Consejo de la Magistratura de la provincia de Buenos Aires desde 2003 con un sueldo de 800 mil pesos, no se explica su pase a su nuevo destino laboral con un sueldo muy superior al anterior, especialmente cuando este gobierno acuñó el término “No hay plata”. Sí, hay otros casos en el partido gobernante.
Desde que asumió como presidente, el ataque a la prensa crítica de su gestión ha sido una constante. Estos ataques no solo han sido realizados por el actual mandatario, sino también por su círculo cercano. X, anteriormente conocido como Twitter, ha sido su trinchera para la batalla en redes sociales; desde allí, Milei ha realizado comentarios filosos, incluso hacia periodistas que se mostraron a su favor durante la campaña política que lo llevó al poder. Esto también era una práctica habitual del peronismo durante el gobierno de Alberto Fernández.
Desde hace más de un mes, la desaparición de Loan, el niño correntino, mantiene en vilo al país. Los canales de noticias han dedicado días enteros a informar sobre las últimas novedades del caso. La semana pasada, el padre del menor llegó a Buenos Aires con la intención de que el presidente lo reciba, pero su intento fue en vano. Si revisamos casos similares, los mandatarios, sin importar su bandera política, casi siempre accedieron a entrevistarse con las familias. No, ese encuentro no va a solucionar el problema por arte de magia, pero ese gesto de escucha es valorado por la sociedad.
Todo sigue igual, todo sigue igual de “bien”
Confieso que no estuve en el país durante los dos últimos años de gestión de Alberto Fernández, pero eso no significa que no haya estado al tanto de la realidad del país. A poco más de seis meses de Milei en la presidencia, me aventuraría a decir que las cosas siguen tan igual como el 8 de diciembre del año pasado. Sí, sé que es muy poco tiempo y también soy consciente de que los números macroeconómicos son auspiciosos, pero la desazón se percibe en el aire.
Por un tema familiar, mi actual actividad laboral me lleva a pasar mucho tiempo recorriendo la ciudad y conversando con la gente. La respuesta casi siempre es la misma: “Y… hay que ver qué pasa, por ahora no es muy diferente a lo del año pasado”. Los más viejos dicen que “de estas ya vi un montón”.
El peronismo y sus “accesorios”, léase la izquierda, hacen lo que siempre hacen cuando un gobierno de derecha está en el poder: oponerse a casi todo lo que propone el oficialismo. A la vez, las cabezas del partido, muchos de ellos millonarios, azuzan a sus seguidores a rebelarse contra el flagelo del nuevo gobierno. Los más osados vaticinan que este gobierno no terminará su mandato; esta es otra figurita repetida: “Soy respetuoso de las instituciones democráticas cuando estoy en el poder, pero cuando no… ya veremos”.
¿Será esta la ocasión en que Argentina pueda romper ese loop, o bucle, en el que se encuentra desde hace décadas?
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